Cómo afectan el alcohol y las drogas en la conducción


En 2015 más de 105.000 conductores dieron positivo en controles de alcohol y drogas realizados por la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, a los que habría que añadir los positivos de los controles locales y autonómicos. ¿Sabrían estos conductores que beber alcohol multiplica por nueve el riesgo de sufrir un accidente? ¿Y que fumar tres porros lo multiplica por siete? Pues no parece importar a los conductores que conducen después de consumir alcohol o alguna sustancia psicoactiva –doce de cada cien conductores-, según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT). El gran problema son los efectos graves que produce en la conducción, llegando a causar accidentes mortales.
¿Qué dice la ley sobre el alcohol y drogas al volante?
En España está prohibido conducir con una tasa de alcoholemia por encima de los 0,5 gr/l de alcohol en sangre (0,25 mg/l en aire espirado), una cantidad que se reduce a 0,3 gr/l (0,15 mg/l) en el caso de conductores noveles y profesionales.
Superar esta tasa en más de 0,25 gr/l y hasta 0,50 mg/l conlleva una sanción administrativa de 500 euros y 4 puntos menos en el carnet de conducir. Por encima de esa cifra la multa aumenta a los 1.000 euros y 6 puntos de retirada. Como novedad, desde mayo de 2014 a los conductores reincidentes que hubieran sido sancionados por exceder la tasa máxima en el año inmediatamente anterior se le aplicará una sanción de 1.000 euros y la retirada de 4 o 6 puntos (en función de la tasa dada).
En el caso de las drogas, la ley de tráfico es exigente en este sentido y prohíbe conducir con presencia de drogas ilegales en el organismo, en caso contrario se considera una infracción muy grave castigada con una sanción 1.000 euros y la retirada de 6 puntos en el carnet de conducir.
Pero conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas también puede ser considerado delito tal y como recoge el capítulo IV del Código Penal. En el caso conducir tras ingerir drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas conlleva pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a doce meses o trabajos en beneficio de la comunidad de 30 a 90 días, y privación del derecho a conducir de uno hasta cuatro años.
También hay que tener en cuenta que la negativa a someterse a las pruebas de alcohol y drogas también está penada con prisión de seis meses a un año y privación del derecho a conducir de uno a cuatro años.
Los efectos del alcohol y las drogas en la conducción
Está demostrado que la combinación de alcohol y conducción no es una buena compañera de viaje porque reduce la capacidad de conducir. Cuando el alcohol se absorbe en sangre las reacciones y movimientos son más lentos, aumenta la dificultad de concentración, la somnolencia, fatiga muscular, los problemas de coordinación, perturbaciones en la percepción de lo que nos rodea, en la visión y sistema auditivo e impide realizar correctamente el cálculo de las distancias.
En consecuencia, quien conduce después de haber bebido alcohol se está exponiendo a un alto riesgo de provocar un accidente. Concretamente, el riesgo de accidente de tráfico se multiplica por 25 cuando la presencia de alcohol en sangre alcanza entre 1,5 y 2,4 gr/l.
Según afirma la DGT, si en la actualidad nadie condujera tras haber consumido drogas habría 900 fallecidos menos en un año. Los datos son alarmantes ya que, de los 68.959 controles de drogas realizados por la DGT en 2015, el 33% fueron positivos.
Los efectos de las drogas en la conducción varían en función de la sustancia que se toma: cannabis, marihuana, hachís, cocaína, anfetaminas y éxtasis son las más frecuentes. En general alteran los colores, distorsionan la percepción, producen estimulación, agresividad, cambios de humor, somnolencia y relajación, falta de concentración.
Estas alteraciones tienen sus consecuencias al volante poniendo en riesgo la propia vida y la de los demás usuarios, por ejemplo, reducen la capacidad de reaccionar y tomar decisiones, provocan exceso de confianza, pérdida de reflejos, desorientación, distracciones, deslumbramiento, visión borrosa y disminución de la fatiga. Todos estos efectos, tanto por el alcohol como por las drogas, se ven potenciados si además se consume algún medicamento.
Como podemos ver, el alcohol y las drogas son enemigos de la conducción. Si se bebe alcohol o se consumen drogas mejor que te lleve alguien sobrio o utilizar el transporte público. No pongan en peligro tu vida y la de los demás por una falta de responsabilidad.

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